Son tus armas, el flagelo de mi carne son tus sonrisas, metralletas ordenadas y fieles a la muerte de mi serenidad, son tus pausas lentas y premeditadas tu inocente, pero sensual forma de dañar mi fondo… Y me amanezco y despierto con los ojos tan abiertos en tu nocturno recuerdo, y como dijo Rimbaud: “La cosa más insoportable es que nada es insoportable…” Cuando te busco y no estás el laberinto se hace más distante y mucho más resistente en sus paredes, cuando te busco un día viernes y sólo veo la sombra anterior me da por escribir todo lo que dedico. Son tus silencios, la bulla que me atormenta son tus camelos a lo lejos, que miman y malcrían mi tan despreciada y desagradable forma de ser, eres todo tú, un todo incompleto… Y es secreto a voces que hay algo que siento por ti, una extraña manera de querer y no ser querido, un simulacro de lo que pudiera ser antes de llegar a ti. Son tus líneas, perfectas como un pelotón : en nombre de esta patria de exiliados das orden al fuego, mi cuerpo tan maltrecho fusilado de amor, sangrando y muy cansado, es mi cuerpo el templo de tus maldades… |